martes, 16 de julio de 2013

Cicatrices.

Tenemos cicatrices en los lugares más insospechados como si fueran mapas secretos de nuestra historia personal, vestigios de viejas heridas. Algunas heridas se cierran dejándonos sólo una cicatriz pero otras no. Algunas cicatrices las llevamos a todas partes y aunque la herida cierre el dolor persiste.
¿Cueles son peores las nuevas heridas terriblemente dolorosas o las viejas que debieron cerrarse hace años pero no lo hicieron? Quizás las viejas heridas nos enseñan algo, nos recuerdan donde hemos estado y lo que hemos superado, nos enseñan que debemos evitar en el futuro o eso creemos aunque en realidad no es así, hay cosas que debemos aprender una y otra vez. 

No sé.

No sé porqué siempre estamos posponiéndolo todo,
pero si tuviera que adivinarlo diría que tiene mucho que ver con el miedo; el miedo al fracaso, el miedo al dolor, el miedo al rechazo. 
A veces es miedo a tomar una decisión porque... ¿Y si te equivocas y cometes un error sin solución?
Sea lo que sea lo que nos da miedo, una cosa es cierta: Cuando el dolor de no hacer algo es más insoportable que el miedo a hacerlo, es como si cargáramos con una pesada carga. Quien duda está perdido. 

No podemos fingir que no nos lo dijeron. Todos hemos oído los proverbios, a los filósofos, a nuestros abuelos advirtiéndonos sobre el tiempo perdido. Hemos oído a los poetas malditos instándonos a vivir el momento. Aunque, a veces, debemos escucharnos a nosotros mismos. Debemos cometer nuestros propios errores. Debemos aprender nuestras propias lecciones. Debemos dejar las posibilidades de hoy bajo la alfombra del mañana hasta que no podamos más, hasta que comprendamos por fin que es mejor saber que preguntarse, que despertar es mejor que dormir, y que fracasar y cometer un error enorme es mucho mejor que no haberlo intentado. 

:3

¿Recuerdas cuando eras pequeña y creías en los cuentos de hadas? Fantaseabas sobre como sería tu vida, con un vestido blanco y tu príncipe azul llevándote a su castillo sobre las colinas; por la noche te echabas en la cama, cerrabas los ojos y te abandonabas a tu fe.
Santa Claus, el Ratoncito Pérez, el príncipe azul estaban tan cerca que los saboreabas; pero vas creciendo, y un día abres los ojos, y los cuentos de hadas han volado. La mayoría de la gente acude a aquellos en quienes confía. La cuestión es que es difícil dejar que los cuentos de hadas desaparezcan; a casi todo el mundo le queda una mínima esperanza de que un día abrirá los ojos y verá que se han hecho realidad.
Cuando el día llega a su fin, la fe es un misterio, aparece cuando menos te lo esperas.
Es como si un día te dieras cuenta de que los cuentos no son exactamente como habías soñado.
El castillo, puede que no sea un castillo; no es tan importante eso de ser felices para siempre, basta con ser felices en el momento.
A veces, muy de vez en cuando, la gente puede darte una grata sorpresa; de vez en cuando, la gente te deja sin respiración. 

Perdonar y olvidar.


Es lo que dicen.
Es un buen consejo pero no es muy práctico. Cuando alguien nos hiere deseamos herirle, cuando alguien nos trata mal queremos tener razón...
Lo máximo que podemos esperar es que algún día tengamos la suerte de olvidar 

El karma...

A veces hasta la mejor de las personas toma decisiones precipitadas, malas decisiones, decisiones de las que somos conscientes que nos arrepentiremos a la mañana siguiente; bueno tal vez no del todo, porque por lo menos nos hemos lanzado pero… aún así algo en nuestro interior decide hacer una locura que sabemos que se dará la vuelta y nos morderá el culo, pero aún así, decidimos hacerlo de todos modos. Lo que quiero decir es que, recogemos lo que hemos sembrado, nos devuelve nuestros actos... es el Karma y lo mires por donde lo mires es un asco. De una forma u otra nuestro Karma nos obligará a enfrentarnos a nosotros mismos, podemos mirar al Karma a los ojos o esperar que nos ataque por la espalda. De un modo u otro nuestro Karma acaba encontrándonos. La verdad que los cirujanos tenemos más oportunidades de que la balanza caiga de nuestro lado. Por mucho que lo intentemos no podemos escapar de nuestro Karma, nos persigue hasta casa. En realidad no podemos quejarnos de nuestro Karma, no es injusto, no es inesperado, sólo iguala la balanza. Incluso cuando estamos a punto de hacer algo el Karma siente tentaciones de mordernos el culo, aunque nos da igual. 

La verdad.

La verdad es dura, la verdad es incómoda y a menudo la verdad duele. La gente dice que quiere saber la verdad pero ¿es cierto? La verdad es dolorosa, en el fondo no queremos conocerla, sobre todo cuando sabemos que nos afectará. A veces decimos la verdad porque es lo único que podemos ofrecer. A veces decimos la verdad porque necesitamos decirla en voz alta para poder oírla  otras veces la contamos porque no podemos aguantarnos y otras la contamos porque a alguien le debemos al menos eso.

Cuando acaba el día, lo que todos deseamos es tener a alguien cerca.
Guardar las distancias y fingir que no te preocupan los demás, no es más que una sarta de mentiras.
Elegimos a las personas que queremos que estén cerca; y cuando las hemos elegido, nos quedamos junto a ellas. Aunque les hagamos daño.
La gente que se queda contigo cuando el día llega a su fin, es la que merece la pena conservar. Aunque a veces cerca, es demasiado cerca. 
Sin embargo, a veces, la invasión de tu espacio personal es lo que necesitas.